El Bare Knuckle Boxing tiene una rica historia que se remonta a las primeras civilizaciones humanas. Aunque su versión moderna comenzó en el siglo XVIII en Inglaterra, los combates sin guantes ya eran populares en la antigua Grecia y Roma. En aquellos tiempos, estos combates se celebraban en eventos como los Juegos Olímpicos y los enfrentamientos de gladiadores en Roma, donde la lucha cuerpo a cuerpo sin protección era un espectáculo común.
En el siglo XVIII, en Inglaterra, el bare knuckle empezó a profesionalizarse. En 1681 se documentó la primera pelea en un periódico inglés, lo que marcó el inicio de su popularidad. James Figg, un maestro del combate y considerado el primer campeón de bare knuckle, fue clave para establecer la fama de este deporte. Figg no solo destacaba por su habilidad en el ring, sino también por ser un promotor que ayudó a organizar y formalizar las peleas.
Durante esta época, el bare knuckle era extremadamente caótico. Los combates no tenían límite de rounds y podían durar horas, terminando solo cuando un luchador no podía continuar. No existían árbitros ni reglas estrictas, lo que aumentaba la brutalidad de cada encuentro. Sin embargo, el público estaba fascinado con la dureza y resistencia de los luchadores, lo que ayudó a que el deporte ganara popularidad entre todas las clases sociales.
En 1743, Jack Broughton, otro gran luchador, introdujo las primeras reglas oficiales conocidas como las London Prize Ring Rules. Estas reglas prohibían los golpes a oponentes caídos y ciertas técnicas peligrosas, lo que hizo que el deporte fuera un poco más seguro, pero seguía siendo increíblemente brutal.
El siglo XIX fue testigo de la época dorada del bare knuckle, con luchadores icónicos como John L. Sullivan, considerado el último gran campeón del bare knuckle antes de la introducción de los guantes en el boxeo. Sullivan se convirtió en una figura legendaria, y su pelea contra Jake Kilrain en 1889, que duró 75 rounds, es una de las más recordadas en la historia del deporte. Esta fue la última gran pelea antes de la adopción de las Reglas de Queensberry, que introdujeron los guantes y los rounds cronometrados, transformando el deporte en lo que conocemos hoy como boxeo moderno.
Con la llegada de los guantes, el bare knuckle comenzó a perder popularidad. Las Reglas de Queensberry, adoptadas en 1867, trajeron más protección para los luchadores, y el boxeo con guantes se convirtió en el estándar. Sin embargo, el bare knuckle sobrevivió en las sombras, siendo practicado en peleas clandestinas durante gran parte del siglo XX.
En el siglo XXI, el bare knuckle ha experimentado un renacimiento. Organizaciones como la Bare Knuckle Fighting Championship (BKFC) en Estados Unidos y BKB (Bare Knuckle Brawl) en el Reino Unido han revitalizado el deporte, adaptando reglas modernas para garantizar la seguridad de los luchadores. Aunque los combates siguen siendo crudos y viscerales, se han implementado medidas como el uso de vendajes en las manos, árbitros capacitados y rondas limitadas para proteger a los competidores.
Hoy en día, el bare knuckle ha ganado una nueva base de aficionados que buscan la autenticidad y la intensidad que este deporte ofrece. A pesar de los avances en las regulaciones, el bare knuckle sigue siendo un deporte que pone a prueba la valentía y resistencia de los luchadores, ofreciendo un espectáculo único y cargado de adrenalina.